Navegando, en un buque oceanografico, tome esta foto y lei este poema de un autor de Margarita...
En el reino de los espejos curvos
Sucede que las sondas electromagnéticas temen a las aguas del océano.
Y son entendibles sus razones. Por más alta que sea su frecuencia,
éste las amortigua, las desvanece, las aniquila, como hace con los rayos de luz
y con los náufragos irrecuperables. Ni siquiera el láser, tan pertinaz,
puede traspasar la barrera de reflexiones, refracciones y absorciones de los
fondos marinos, en donde anidan, tenaces y desvelados, los concertistas de las
profundidades y las sombras eternas. Sólo por canales hasta ahora secretos pueden
viajar las ondas acústicas llevando y trayendo los llamados de las centollas,
el traqueteo de los crustáceos como si fueran ametralladoras disparadas al mismo
tiempo en un cuarto de vidrio, los tambores de los peces errabundos, los silbidos
de las grandes ballenas y la lengua dulce y entrañable de los delfines.
Eso pasa con mi amor por ti, hasta ahora secreto, porque teme la incertidumbre de tus aguas.